Ser entrenador es como hacer las lentejas de tu abuela
Si quieres ser mejor entrenador pregúntale a tu abuela cómo hace las lentejas.
-Abuela, estaban buenísimas las lentejas.
-Que tontorrón eres, no me des las gracias…
-Ya sabes que me gusta hacerlo. Tú me enseñaste a ser agradecido. Y… abuela...como dentro de poco volveré a casa… me tienes que decir cómo las haces para poder hacerlas yo también.
-Pues mira son muy fáciles de hacer; pones las lentejas a remojo, luego coges las verduras; la cebolla, el ajo, la zanahoria, los pimientos, los chorizos y toda la carne. Lo sofríes todo, le pones el agua, las pones a hervir y ya está.
-Pero abuela, ¿cuántos gramos de lentejas le pones?
-Pues no sé, ¿cómo me haces esas preguntas?, yo le pongo un buen puñao. Y si somos muchos pues le pongo otro puñao más.
-Y ¿durante cuánto tiempo las pongo a hervir en la olla?
-Pues no sé, yo cuando veo que ya están pues las apago. Se trata de ir mirándolas y eso ya se ve. Lo importante es hacerlas a fuego lento, tener paciencia, no puedes hacer unas buenas lentejas en 15 minutos.
-Y abuela, ¿cuánta sal le pongo?, porque las tuyas ni están saladas ni están sosas, están perfectas.
-Hijo, pues lo pongo a ojo, no sé decirte, ni mucho ni poco, eso ya de tanto hacerlas sale solo, aparte tu vas probándolo y ya ves si hace falta un poco más, lo importante es no pasarse.
-Joer abuela… me lo estás poniendo muy complicado, yo necesito saber las cantidades exactas de todo, en qué orden añadir los ingredientes y los minutos y segundos exactos que tienen que estar al fuego.
Mi abuela me miraba como si estuviese tratando con un loco. Ella no podía entender que necesitase todos esos datos para llevar a cabo las dichosas lentejas.
Ella aprendió estando al lado de su madre, primero yendo al mercado a por los ingredientes, más tarde en la cocina, primero encargándose de sacar todos los ingredientes de la nevera, cortando las verduras y limpiando todo eso que se iba ensuciando. Hasta que llego un punto, después de mucho tiempo, que tuvo que hacerlas por ella misma.
En todo ese tiempo nunca hubo un dato, un número, un orden estrictamente marcado, había un saber hacer, un saber mirar, un saber intuir y una sensibilidad perfecta a base de observación y ensayo y error. Ella no aprendió la receta en sí, si no lo que no se puede comunicar en un simple papel. Lo indecible. Y ahí es donde reside lo esencial.
“He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.”
–Antoine de Saint-Exupéry
Las abuelas no se pierden en mares de datos. Las abuelas no ponen un termómetro dentro del agua para medir los grados de cocción. Las abuelas no buscan falsas certezas en su quehacer. Las abuelas no siguen pautas cerradas. Las abuelas saben que para hacer algo bien se necesita tiempo, paciencia. Las abuelas saben que lo bueno a fuego lento. Las abuelas saben que sin cariño no se puede cocinar bien. Las abuelas aprenden estando allí, mirando, ayudando, preguntando, intuyendo, respetando los tiempos y, sobre todo, haciendo, a base de mucha práctica.
Si una abuela te dijese después de una vida haciendo lentejas que ella le pone 8,2 gramos de sal, 128 gramos de lentejas por persona, 350 mililitros de agua y que el tiempo de cocción son 37 minutos y 56 segundos, creo que dudarías mucho de ella, y que no se te ocurriría decir cosas como: menuda abuela más metódica, menuda abuela que domina todos los detalles, menuda abuela que lo tiene todo controlado, y todas esas frases hechas que seguro que alguna vez escuchaste de algún entrenador.
Seguramente por no hacer ese tipo de cálculos las abuelas no ganan estrellas Michelin, y nunca serán reconocidas en la alta cocina. Sin embargo, no creo que sea algo que les preocupe en exceso. Ellas cocinan por amor. Ellas hacen felices a sus nietos. Ellas provocan alegría en los comensales. Ellas sacian cualquier estómago hambriento. Ellas dominan el verdadero arte de la cocina. Ellas consiguen resultados extraordinarios.
Parece ser que cada vez más el mundo del entrenamiento se desmarca de los procedimientos de la abuela y se rige más por el cálculo extremo, por procedimientos estructurados, cerrados y artificiales, por aislar y separar lo que es indivisible, por la búsqueda de certezas que permitan dar explicación de lo que ocurre y por la creación de multitud de departamentos encargados de medirlo todo.
No se trata de escoger un método, porque cómo sabemos, la realidad es compleja y no se trata de blanco o negro. Si quieres ser mejor entrenador acude a la ciencia, si quieres ser mejor entrenador lee, si quieres ser mejor entrenador estudia, si quieres ser mejor entrenador realiza cálculos, anotaciones, gráficas y todo aquello que consideres que te ayuda a obtener información relevante. Pero sobre todo no te olvides que…
Si quieres ser mejor entrenador, tienes que preguntarle a tu abuela cómo hace las lentejas.