¿Quién enseña a quién?
"El atleta altamente cualificado será capaz de emitir juicios sobre el rendimiento con mayor precisión que el entrenador."
Pep Guardiola sobre Rico Lewis:
“Y resulta que esta temporada ha sido él quien nos ha enseñado a todos nosotros cómo tenía que ser el proceso de aprendizaje y qué teníamos que hacer. Ha sido él, mientras jugaba los partidos y entrenaba, quien nos ha enseñado a nosotros exactamente los movimientos que tiene que hacer un lateral por dentro. Ha sido él, jugando, el que ha hecho un tipo de movimiento que antes no hacíamos.”
“Y así es cómo tiene que ser un equipo de futbol: abierto..., y que las cosas fluyan sin esperarlo. Es así y ya está, no tiene más.” –Pep Guardiola
¿Respeto a la autoridad?
Manel Estiarte, actual miembro del cuerpo técnico del Manchester City y gran amigo de Pep Guardiola, fue durante 7 años seguidos galardonado como el mejor jugador del mundo de Waterpolo y alcanzó la gloria al conseguir ser campeón olímpico en los juegos olímpicos de Sídney, en el año 1996.
En su libro Todos mis hermanos, cuenta una anécdota importante que ocurrió en la final de las Olimpiadas de Barcelona, en 1992, contra la todopoderosa Italia. Lo que cuenta ocurrió justo después de que él mismo anotase un gol de penalti y pusiese al equipo por delante en el resultado, a 42 segundos del final del partido.
Después de anotar el gol de penalti y poner por delante en el marcador al equipo, Manel miró al banquillo y escuchó del entrenador: “Pressing, pressing, pressing. Hombre a hombre”. A Manel Estiarte no le pareció esa la mejor opción para el equipo. En su libro nos cuenta cómo dos días antes del inicio de los juegos, al terminar un entrenamiento, dos compañeros más, junto a él, se quedaron a tirar lanzamientos a Jesús, el portero. No conseguían hacerle gol. “Si en media hora le colamos cinco de ciento cincuenta tiros, ya es contar mucho”. Manel y sus compañeros confiaban en Jesús. Manel sabía que lo mejor no era pressing. Sentían que debían defender zonal, cerca de su propia portería, dejar pasar el tiempo y confiar en Jesús. “Comprendí que pressing, no. No. No. Nunca. Nunca. Nunca. Estamos ganando. Tenemos el mejor portero del mundo, no le meten un gol ni por asomo”.
Así pues, Manel Estiarte tenía dos opciones, seguir al entrenador por disciplina, o decirle que no, que se estaba equivocando y dar sus propias órdenes al equipo con la seguridad de que sus compañeros seguirían sus indicaciones.
¿Qué hizo Manel? Fue disciplinado. “Si algo he aprendido en los muchos años de Waterpolo que llevo encima es disciplina, respeto a la autoridad”. Manel, pues, gritó “pressing, hombre a hombre”.
A cuatro segundos del final les hicieron gol. Se cumplieron 3 tiempos de prorroga y acabaron perdiendo el partido. “Aun me arrepiento de no haber atendido a mi corazón” dice Estiarte. “Me defiendo diciéndome que fui disciplinado. Pero yo sé que no nos hubieran metido el gol”.
¿Debió Manel Estiarte ser disciplinado o seguir su intuición? ¿Quién sabe qué es lo mejor en cada situación, el jugador que lo vive desde dentro, o el entrenador que lo vive desde fuera? ¿Sabía el entrenador que Toto, Chava y Manel se quedaron a hacer tiros a Jesús en un entrenamiento y no conseguían hacerle gol? ¿Nos llega toda la información que necesitamos para poder tomar las mejores decisiones? ¿Debemos los entrenadores ejercer un rol más flexible en la toma de decisiones? ¿Si el don principal de un jugador es ver las cosas antes de que pasen, debemos dejarle expresar esa capacidad?
Juanma Lillo, asistente de Pep Guardiola en el Manchester City, sí que reconoce otra perspectiva: “tenemos que conseguir que el equipo nos diga a nosotros lo que tenemos que hacer y no al revés, porque eso es lo mejor para ganar. No queremos soldados obedientes, sino jugadores con iniciativa, y por eso les tenemos que facilitar que tengan esa iniciativa, debemos aflojar las riendas”.
“Olvidamos que esto trata de ganar, aunque no sea con nuestro plan de partido, sino con el plan de los jugadores”. –Juanma Lillo
Lo difícil es dejar el ego del entrenador a un lado. Reconocer la capacidad del jugador para elaborar buenas reflexiones y para encontrar, en muchos casos, soluciones mejores que las nuestras.
Lo difícil es abandonar “lo que se ha hecho siempre” y avanzar hacía nuevas formas de intervenir e impactar en personas y grupos.
Lo difícil es salirse del statu quo.
“Cambiar de respuesta es evolución, cambiar de pregunta es revolución.” –Jorge Wagensberg